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jueves, 28 de febrero de 2013

Una nota para releer


Juanita Ludueña: once veces mamá


Dolorense, nacida y criada en el barrio de calles San Martín y Melgar. De 9 hermanos era la séptima. Se casó a los 19 con Héctor Lencinas y tuvieron 11 hijos. Llevan 47 años de casados, viviendo en familia y disfrutando de hijos y nietos que no dejan de visitarlos. El día de la madre para juanita es cada día.


¿Pensó alguna vez de chica tener tantos hijos?
Nunca soñé ni me imaginé tener 11 chicos. Siempre esperé poder encontrar una buena persona para formar una familia y lo encontré, gracias a él hemos podido formar esta familia. Nos conocimos a los 18 años, anduvimos 6 meses de novio y nos casamos enseguida. Y acá estamos, con 47 años de casados.

¿Cuándo llegó el primer bebé?
A los 19 nació el primer hijo, un varón, y el segundo al año siguiente. A mi me habían tocado mis dos hermanos más chicos y además cuando era chica cuidaba bebés. Pero una nunca está preparada del todo para ser madre por primera vez. Pienso que fuí una privilegiada a la que Dios eligió para ser madre y que he cumplido con errores y virtudes. Estaba preparada para cuidar bebés, pero cuando llegó el bebé mío no estaba tan preparada, es distinto, llora y no sabés por qué, había que cambiar pañales -en esos años no había descartables-. Y además cumplía con todas las tareas de la casa mientras mi marido iba al trabajo. Se hacía difícil, pero nunca imposible.

¿Con el segundo ya tenían mayor experiencia?
No cometimos algunos errores que sí habíamos cometido con el primero, al que se le consentía todo. Al segundo se le pusieron algunos límites. Pero fue hermoso. Todos fueron hermosos. Los dos primeros son varones, las dos que siguen mujeres. Y después vinieron mezclados, un varón, una nena, un varón, una nena…

¿Y cómo llegaron los demás?
Pasa que mi esposo Héctor es igual que yo. Cuando ya empezaban a caminar extrañábamos no tener un bebé en el moisés. Yo colocaba el moisés sobre el ropero. Y cuando empezábamos a extrañar un bebé bajábamos el moisés. Tuvimos la dicha de que nuestros hijos jamás nos reprocharon haber tenido tantos hijos. Estaban siempre contentos con sus hermanos nuevos, los esperaban con un ansia que no se podía creer ni explicar.

¿Se complicaba la economía?
A pesar de tener algunas dificultades como familia humilde pudimos salir siempre adelante. Y eso que yo nunca trabajé para afuera una vez casada. Trabajé siempre para la casa. Además cuando me hacía falta una cosa y no tenía dinero para comprarla, me las ingeniaba para hacerla. Una vez me invitaron de la Municipalidad y expliqué cómo hacía con algunas cosas cuando no tenía dinero. Por ejemplo cuando me faltaba una carpeta iba a la tienda y pedía una caja de zapatos, de botas, la cortaba, la forraba, le ponía su etiqueta. Y todos iban a la escuela con sus cosas necesarias.

¿Los pudo disfrutar?
Los disfruté al máximo, por el hecho de haber trabajado y estado siempre en la casa. Y mi esposo los disfrutó igual. Llegaba un domingo después de comer y él decía “vámonos de pic nic”; y los chicos enloquecidos, uno agarraba el agua, otro galletitas, dejábamos en la cocina todo como estaba y salíamos. Porque hay que disfrutar el momento. Tenemos que disfrutar el hoy porque mañana no sabemos lo que puede pasar. Yo lo he disfrutado a pleno, y lo sigo disfrutando.

¿Cuándo llegó la última?
A los 40 años, ahora ya tiene 26. Y el más grande 47. La primera época fue hermosa como la última, pero se podían poner más límites en algunas cosas. Ahora es distinto, los más grandes me preguntan por qué a ellos no les permitía algunas cosas y a los más chicos sí. Pero no podía remar contra la corriente porque las épocas no te lo permiten. Pero siempre con límites, uno comete errores al igual que los hijos. Pero así es la vida. Todos tienen distintos gustos y caracteres. A uno le gusta una música, a otro u otra, a otra pintar o dibujar. Pero siempre unidos. Cuando le pasa algo a un hermano ellos ya están de pleno sobre él, nunca dejan un hermano a la deriva, eso es algo muy lindo. Tienen sus diferencias pero cuando uno necesita están todos. Y con las nueras y los yernos me llevo muy bien también.  Pesar de que hay uno que me dice “la bruja”, pero con cariño (risas).

¿Siempre en el barrio?
Todos los chicos nacieron acá. Yo cuando me casé me mudé acá, a dos cuadras de la casa de mi papá. Los vecinos son buenísimos, no tenemos problemas ni drama con ninguno, las puertas siempre están abiertas para lo que se necesite.

¿Cómo es el Día de la Madre para Ud.?
Es como todos los días. Porque mis hijos no esperan para este día, están siempre presentes, me cuidan y siempre vienen. Pero igual es un día gratificante donde hay muchas emociones, ellos se emocionan más que yo. Y nos reunimos, siempre nos reunimos. Somos una familia unida que todos los domingos, llueva o truene, nos juntamos. Y también Héctor. No hubiera podido formar una familia sin alguien como el, porque es excelente padre, excelente marido, excelente persona. Siempre me apoyó en todo, a pesar de que él siempre dijo que la mayor parte la he llevado yo. Yo tuve la suerte de poder quedarme en casa y disfrutar de todos los chicos. Hemos tenido de todo pero Dios siempre nos sonrió y le doy las gracias por esta familia.

¿Y la crianza de las nenas fue como la de los varones?
La gente siempre dice que al varón no hay que cuidarlo tanto, que es distinto a la mujer. Pero yo cuidé a los dos por igual. Tenían libertad pero sus límites, para no dejarlos a la deriva. Pero siempre un poco más volcada a las hijas en el sentido de que vienen los novios, se ponen rebeldes, se pelean, lloran. Siempre fui confidente. Si mis dos hombros hablaran… los secretos que tienen. Y mis nueras y yernos son unos amores la verdad. Yo no me meto en su vida, ellos tienen que vivir su experiencia. Yo dejé mis padres para formar una familia y ellos se fueron a formar sus familias. Tiene  que volar, como los pajaritos.

Imagino que habrá muchos nietos.
Tengo 18 nietos y otro en camino. Son hermosos, los nietos te cambian la vida. Y ahí sí que una no pone límites, y los hijos nos retan. Pero son absorbentes porque saben donde hay amor, y se acercan. Y yo los adoro a todos.

¿Qué mensaje quiere darles a todas las mamás en su día?
Que sigan adelante y estén con sus hijos cuando más lo necesiten, en las buenas y si se llegan a desviar, no los abandonen nunca. Porque es como Dios dice sobre el rebaño, que hay que atraerlo. Nunca hay una oveja negra en la familia. Como madre no lo vamos a ver así, porque son nuestros hijos. En las buenas y en las malas como familia tenemos que estar con ellos. Y los hijos van a estar siempre con nosotros. Nunca nos van a abandonar.

Publicado en “COMPROMISO” de Dolores el 22/oct/2012