Reportaje publicado
en "Compromiso" el 12 de agosto de 2005
Osvaldo César Suárez es una suerte de
figura emblemática del ajedrez dolorense. Comenzó a jugar en primera categoría
en la década del 50, siendo considerado campeón local en las del 60/70, cuando
defendió con éxito su título frente a Arturo Héctor Lencinas. Verdadero motor
del juego ciencia, fue organizador de la mayoría de las competencias de la
época, gozando de un sinnúmero de anécdotas en su prolongado paso por el
tablero. Ha sido un fuerte jugador, agresivo y vistoso.
" Comencé a jugar en el Distrito
Militar y con el contacto que hice con los jugadores de primera categoría
locales. Luego hice un curso por correspondencia con Miguel Najdorf. Yo he
enfrentado y les he ganado, a todos los campeones locales : Guerbi, Elías,
Lorenzo, Giotta hijo, Lencinas, Heredia Vidal, Celasco. Jugué muchos Abiertos
Internacionales en Mar del Plata con resultados destacados, le gané al Dr.
Carlos Bulcourf y a Mauricio Vasallo, jugadores de primera categoría del Club
Argentino, empaté con Gerardo Barbero quien pronto sería Gran Maestro, también
con el maestro Claudio Amado en General Madariaga; me he enfrentado con
Rubinetti, Vasta, Reinhardt, Trincado, Restifa, Biagi, Gorisnic, Claudia
Amura... Disfruté mucho en los Torneos regionales por equipos cuando viajábamos
por toda la zona, departiendo con los colegas de Gral. Madariaga, Balcarce,
Ayacucho, La Costa ,
Chascomús, Gral. Belgrano, Las Flores, Monte, e incluso organizamos varios en
nuestra ciudad en 1968, 1969 y 1980, año éste en que se produjo el `triángulo
de las Bermudas´ en una partida mía, cuando desapareció `misteriosamente´ un
peoncito de mi rival, quien se quedó pensando y pensando, hasta que me preguntó
si no se habría caído... y ahí le contesté `__No sé, querido, si a vos te
parece ponelo. Apenas puedo cuidar de mis piecitas, lo voy a hacer con las
tuyas...´.
Mi gran rival en el tablero fue Héctor
Lencinas con quien debo haber jugado cerca de 50 partidas, luego fueron muy
fuertes y destacados Pablito Siccardi y Manuel Heredia Vidal. Siempre rememoro
que cotejé con Bobby Fischer en una sesión de simultáneas fuera de Dolores en
1971, y cuando me estaba devorando todo, me tiré un lance para darle mate y el
tipo llega a mi tablero, lo mira, me mira, se sonríe, y juega la correcta con
lo cual abandono. ¡Soy el único que hizo sonreir al loco Fischer! Hice muchos
amigos en el ajedrez y recuerdo con especial afecto al Dr. Daniel Francisco
Cambet, con quien compartíamos innumerables tardes de ping-pong en el Club
Social... Indudablemente el ajedrez ocupó un papel muy importante en mis
momentos libres"
Inspiración artística
Por Sergio Javier Arambel
En el Regional por
equipos jugado en 1969 en nuestra ciudad, Osvaldo Suárez enfrentaba con negras
al avezado jugador olavarriense de origen alemán Kurt Held. En un momento del
medio juego Osvaldito maniobra hábilmente con su caballo: 13… Cd7-b6, luego
prosigue 14…. Cc8, 15… Ce7 y 16… Cg6 con la aviesa intención de ubicarlo en f4.
Kurt Held responde entonces 17. g3 cubriendo naturalmente el ingreso del brioso
y desbocado corcel y allí, su pintoresco rival comentó en voz alta –y
seguramente de pié y apoyado en el respaldo de la silla, como acostumbraba a
jugar- :
_No,
dizcúlpeme Don Kurtjél, pero… ¡¡ no ze me puede cortar la inspirazión de eza
manera !!
Y jugó igual 17…
Cf4?!!
Lógicamente que
detrás de esa jocosa actitud había un filoso sacrificio de caballo que tuvo a
maltraer a Held durante toda la partida...
La sonrisa de Bobby
En ocasión de la visita de Robert James Fischer a la Argentina en 1971 para
disputar con Tigran Petrosian el derecho a disputar el cetro mundial, se dedicó
a brindar simultáneas en una gira por buena parte del país. En cada lugar había
que reservar una plaza ya que todo aficionado quería tener la satisfacción de
golpearse con "Bobby". Nuestro campeón, Osvaldo César Suárez, lo
logró y partió raudo rumbo a Mar del Plata ( ¿ o General Madariaga ? ) para
medirse con el norteamericano.-
Comenzó la sesión, y Bobby jugó 1.P4R
en casi todos los tableros, con su consabida cara de póker y ninguna palabra,
en su afán de ganar todo, hasta un match de bolitas.-
En la jugada 17, Osvaldito estaba totalmente perdido, y recibiría su
merecido en pocas movidas; entonces allí se tiró uno de aquellos
"lances" monumentales en los cuales solía atrapar a algún coterráneo
en partidas ping-pong, con lo cual si el pobre Fischer, cansado de pensar y
caminar, "picaba", Suárez recogía sus redes con un tiburón
enganchado.-
Llegó el maestro a la mesa de Osvaldo, miró apenas la mesa, y de repente,
en forma absolutamente inesperada, desplegó una de sus escasísimas sonrisas,
rehusando la "carnada" y mirando a su adversario, quien respondió
también sonriendo un poquito menos, manifestándole con su acento tordillense :
_Bueno querido, zi
no coméz, entonces abandono.
El triángulo de las Bermudas
En noviembre de 1980 se jugaba en Dolores un Torneo por equipos con
intervención de representaciones del Club Atlético River Plate de Capital, La Plata , Mar del Plata, Tandil
y el equipo local; en éste último jugaba "el campeón" Osvaldo César
Suárez, también conocido como "Suarito".-
En la fecha en que Dolores enfrentaba al fuerte equipo de River Plate,
Suarito enfrentaba en el 4º tablero al jugador capitalino Alberto Fuentes. En
cierto momento, mientras Suarito se paseaba mirando las distintas mesas,
Fuentes empieza a pensar demasiado una jugada, piensa y repiensa, hasta que
-pasada media hora- se levanta y habla con el capitán de su equipo, cruzan
palabras y gestos, y , finalmente, se acerca a Suarito y le pregunta :
_¿Discúlpeme
Suárez, pero yo no tenía un peón en la casilla tres torre rey?
Y la respuesta fue :
_No zé querido, ze
abrá caído, zi voz decíz ponelo. ¿Cómo voy a cuidar tuz piezitas zi apenaz
puedo cuidar las míaz?..
Ante semejante desaparición, desde entonces, el tablero donde jugaba
Suarito era denominado "El triángulo de las Bermudas".
Y, aunque parezca mentira -o no tanto- fue precedida por una anécdota
similar unos años antes en un Abierto Internacional de Mar del Plata, aunque en
éste caso, el peón que faltaba era de las huestes de Suarito, y su ausencia le
"abría la puerta" a la torre contra el enroque adversario...
Sugiero...
Cuando teníamos 13 años y recién empezábamos a trenzarnos en vibrantes
pingpones con los mejores jugadores dolorenses, nos comían con facilidad todas
las piezas; no obstante ello, mirábamos el reloj y seguíamos, muchas veces con
el rey sólo, esperando que la caída de la aguja nos diera el dudoso honor de
ganar una partida.
Osvaldo Suárez, cuando la ventaja ya era abismal sólo decía :
_Zugiero...
R1T...
Un comentario :
_Pobrezito, no
puede mover; eze caballito eztá tullidito...
R1C...
_Zugiero,
Carlitos...
R1T...
Otro comentario :
_No te hagáz
golpear, querido; no te quiero malograr...
R1C…
_Zugiero...
Hasta que por fin nos rendíamos.
El reloj dopado
Se hallaban jugando una partida muy disputada "el campeón"
Osvaldo César Suárez contra Esteban Siccardi quien solo muy de vez en cuando se
inscribía a jugar un certamen.
En este caso el poco entrenado Siccardi llevaba ventaja y permanecía
sumamente concentrado en su juego. "Suarito", apremiado, observó el
reloj y dijo :
_Querido, vamoz a
cambiar el reloj por uno mejor porque me pareze que ézte anda mal...
_...Bueno, si le
parece, Osvaldo, metalé.
Puesto el nuevo reloj en hora, corren los minutos y las jugadas hasta que
un "pato" le hace señas a Esteban, y allí este puede constatar que el
reloj de Suárez funcionaba bien, pero el suyo cuando jugaba, lo apretaba y
debía pensar el adversario, ¡también seguía funcionando!, es decir que todo lo
que pensaba "Suarito" también se acumulaba en el reloj de Siccardi.
El escándalo llegó tarde ya que, una vez cambiado nuevamente el reloj, el
tiempo consumido y los nervios llevaron a Esteban a perder la ventaja y caer
derrotado, ante el siempre inimitable "campeón".