Héctor Silva Nazzari en el Campeonato Uruguayo de 1964
Torneo Internacional de Montevideo 1976, Héctor enfrenta al luego GMI Carlos Horacio García Palermo.
El 15 de octubre ppdo., falleció
en Colonia del Sacramento (Uruguay), nuestro amigo, el Árbitro Internacional
Héctor Mario Silva Nazzari. Se encontraba allí en ocasión el Campeonato Uruguayo
Amateur, siguiendo con el cariño de siempre la actividad ajedrecística
oriental. Tenía casi 80 años (*23/11/1938).
Supo editar el libro “Ajedrez
Uruguayo (1880-1980)”, llenado un hueco que probablemente nadie podía hacerlo
más que él, jugador, árbitro, bibliófilo destacado, y testigo de la actividad
trebejística de medio siglo.
Yo lo conocía físicamente desde
1972, en ocasión del Abierto de Mar del Plata jugado en el desaparecido Hotel
Scafidi en el que jugó junto a su hermano gemelo, Roberto. Recién tuve la
oportunidad de relacionarme con él por email, compartiendo con fervor el
entusiasmo por la historia, revistas, libros, posiciones, fotografías y viejas
partidas.
En ocasión de una visita que yo
hiciera a Montevideo, tuvo la deferencia de recibirme con dotes de gran
afitrión en su departamento de la calle San Salvador, donde me exhibió su prolija
y envidiada biblioteca; allí tuvimos charlas sobre el “tú” y el “vos”,
convenciéndome que en la actualidad quizás sólo en Rocha se sigue imponiendo el
tú. Curiosos ambos, nos ilustramos sobre el “uruguayismo” de las “pasivas”
montevideanas. Declaramos nuestra predilección respecto de los libros de
torneos, y no tanto de los de teorías. Canjeamos partidas “difíciles” entre
charrúas y dolorenses, algunas revistas, otras fotocopias, varias fotos y tablas
de certámenes.
Este año tuve el atrevimiento de ilustrar un torneo dolorense con una antigua imagen suya.
Me dedicó su libro, con un exceso que me ruborizó y,
finalmente, elogió mi obra con abundancia: “…debo felicitarte por el trabajo de
investigación que has desarrollado en el mismo. ¡Ojalá hubieran muchos personas
como tú que salvaran del olvido la historia de nuestros países y ciudades!…”
Finalmente, hace muy poco, me
informaba de un próximo viaje a Colonia, ciudad que amaba y le deleitaba
visitar. Quizás fue, entonces, un buen final el que jugó nuestro amigo.
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